LA MIRADA VIOLENTA V/S LA MIRADA
CREATIVA
“Reducir una acción que es
creativa a pura fascinación es una operación violenta y fuente de
violencia”. (Alfonso López Quintás. “Blog “Tendencias21 sobre formación en creatividad
y valores” 01 Nov. 2.011)
Es fácil escuchar las frases “estoy fascinado” o “estoy
sub-yugado”. A veces las pronunciamos
sin saber su real significado y le damos el sentido de “ad-miración”; pero con
ellas queremos decir algo absolutamente contrario: La admiración es un mirar
hacia, implica respeto por lo ad-mirado: Un situarse frente a la realidad para
dejarla ser… Se trata de un situarse ni tan distante que implique indiferencia,
distanciamiento; ni tan cerca que implique intromisión, apoderamiento o
fusión. Quienes se aman – parejas,
amigos, padres e hijos, etc. – no sólo permiten a otro ser sino que le impulsan
e inspiran a ser; tampoco se fusionan con ellos de tal modo dejar de ser… El fascinado está encandilado, enceguecido,
perdido a sí mismo, ante una realidad que lo sub-yuga, esto es, lo esclaviza
bajo su yugo… Deslumbrado, encandilado,
se desvalora a sí mismo: se anula su poder de diálogo porque ya no hay
dos sino uno apoderado del otro… Un
dueño y una persona reducida a su medio de consumo.
Es fácil confundir la sensación de vértigo que provoca la
fascinación, con su contrario, el éxtasis, que provoca la felicidad. Desgraciadamente, hoy se usa la palabra
éxtasis como nombre de una droga que provoca
todo lo contrario: vértigo. En el vértigo hay una entrega pasiva a aquello
que lo produce, un dejarse llevar, un abandonarse… Puede ser el poder, la
avaricia, el juego, el erotismo, cualquier droga… Cae en esta misma sensación el dominante y el
dominado; pues, en sentido estricto, ambos son dominados por lo que les sub-yuga. Es el caso de Camille Claudel que, fascinada
por el escultor Auguste Rodin a quien
conoce a los 19 años y elige como maestro.
Camille, teniendo gran genialidad como escultora, se deja arrastrar por Rodin
en una fascinación que la abarca a ella por completo y borra todo límite: él no
la ama; la usa como objeto de inspiración… Ella destrozará toda su obra; sus esculturas y el hijo que espera de él…
Para ella, todo el mundo gira entorno a Rodin; con él y sin él, es nada… Esta
fascinación u obsesión le recluirá en un psiquiátrico donde vivirá sus últimos
30 años (más de la mitad de su vida). A
su muerte, la familia la enterrará en una tumba sin nombre… El año 1988, se hizo una película biográfica:
Camille Claudel, Francia, Dir. Bruno Nuytten.
El 2013, se hará otro film francés, dirigido por Bruno Dumon, que narrará algunos días de su
estadía en el psiquiátrico.
Es interesante que una de las esculturas de Camille, salvadas
de su destrucción, llamada “La edad
madura”, expresa su relación con el escultor: Ella, de rodillas, implorante, intentando
retenerlo; tras él, como una sombra, la esposa quien siempre supo -pero a quien
nunca importó- la relación que él tuvo con Camille; pues también tenía claro
que para él cada mujer era una de tantas…
El vértigo lleva a la pérdida de la creatividad más
fundamental: la del ser y, consecuentemente, del encuentro con lo que escapa a
una mirada objetual (como objeto, como cosa) de la realidad. El descubrimiento
de sí mismo y de los demás, de todo lo personal y del sentido de cada realidad
en el Universo y en nuestros mundos, exige de una actitud, mirada,
entendimiento y comunicación creativos.
Pues sólo la creatividad – la sensibilidad, la intuición, el amor
humilde y generoso- nos permite acceder a lo esencial, a lo invisible a los
sentidos y a la mera razón lógica. Quien
está frente a nosotros es quien es; no sólo lo que ha hecho o hace; sino lo que
puede hacer porque ya lo es. Sólo que en potencia. Es la mirada que hace el Quijote de
Dulcinea, la que le hace exclamar “Mi bella dama”, porque su mirada de amor –
siempre fecunda- le permite descubrir lo que ella misma no ha descubierto de
sí. El trato de los demás, la violencia de los demás y de ella para consigo
misma, ocultan la dignidad y belleza de su ser, que aparece para el hidalgo
caballero.
Habitamos el mundo, esto es, lo personalizamos… Ya no es “él”
o “ella”, es “nuestro” o “mi hijo-a,
amigo-a, esposo-a”; no es “una casa o espacio”, es “mi o nuestro hogar,
escuela, templo, barrio, país…”; no es un lienzo, es “mi bandera”, es “nuestro
símbolo de amor”, “nuestra canción”, “nuestro patrimonio”, “un recuerdo…”… Todos los ejemplos mencionados implican una
actitud, mirada, encuentro, lenguaje creativos…
Los diccionarios están llenos de significados: mi (adjetivo posesivo),
gato (mamífero carnicero, lengua áspera…etc.).
Son conceptos, significados
abstractos, universales, creados para una comunicación abstracta universal…
Pero cuando yo digo “Mi gato”, sólo yo y quien realmente me conozca, podrá saber
cuál es el sentido de mis palabras; un sentido único, personal, real; donde
“mi” no es adjetivo posesivo (de
adueñamiento) sino de historia de existencias compartidas y “gato” ya no es un
animal reemplazable, sino único, precisamente por ese “mi” … Por
ello, en la medida que no nos demos el tiempo y espacio para escucharnos, es
claro que habrá mucha violencia; mucha más y más profunda que la que aparece en
las noticias…
Uno de los filósofos que siempre ha estado preocupado de la
educación, habla de lo que llama Analfabetismo de segundo grado. El primer analfabetismo, nos dice, es no
saber el significado de los términos; el segundo, es cuando no se capta el
sentido profundo de las palabras. En el
cuadro “La muerte de Sócrates” del artista francés Jacques-Louis David (1787),
a los pie de la cama en la cual se encuentra Sócrates, quien está pronto a
tomar la cicuta, aparece Platón; con una túnica blanca igual a la del maestro y
dibujado como un anciano… En la realidad “hecho, dato, cosa”, Platón no asistió
a la muerte de Sócrates, pues enfermó de dolor… A partir de entonces, él
debería asumir el lugar del maestro… Sin estar físicamente presente, estaba y,
a pesar de que su edad biológica era de veintiún años, ese día, la experiencia
de una de las mayores injusticias cometidas, le hizo vivir de golpe muchos
años…
“No conocer el lenguaje de la vida creativa acarrea males sin cuento
al hombre porque lo mantiene desinformado respecto a lo que debe hacer para
realizarse cabalmente. Pero este tipo de analfabetismo no da la cara. Colapsa
la vida personal, no permite darle su sentido pleno, y esto significa un
infortunio para quien tenga una idea clara de los valores. Pero la gente apenas
repara en ello debido a que dispone de bastante información y ésta se confunde
fácilmente con la formación por cuanto permite hablar y opinar con soltura.
Si se piensa de modo riguroso, se advierte claramente que la mera
información no suple en modo alguno a la formación. Lamentablemente, hoy se
estima a veces más la información superficial que la formación profunda. Estar
informado supone cierto tipo de dominio de la realidad. El frenesí informativo
actual está en buena medida inspirado por el ideal de la posesión: se ansía
poseer información. Saberlo todo es una forma de poder. De ahí que la libertad
de información y expresión, malentendida como algo absoluto, se enfrente a
menudo con el derecho a la intimidad de los ciudadanos y los grupos sociales.”
(Ibíd.)
Los objetos y los ámbitos: La creatividad nos exige
trascender los cuerpos, los objetos –con mayor razón en lo personal, aunque no
exclusivamente, pues somos responsables de la naturaleza. López Quintás distingue entre ver y moverse
entre objetos (realidades tangibles, fácilmente captables pues se imponen a los
sentidos o al instrumental que es una prolongación de los mismos) y los ámbitos. Con los objetos nos relacionamos; con los
ámbitos nos encontramos y creamos o recreamos:
“Tomo en la mano una partitura de la Quinta Sinfonía de Beethoven. En un aspecto, es un objeto, porque pesa,
tiene unas delimitaciones precisas, se compone de materia, puede ser agarrada
con la mano, está aquí y no en otro sitio, sirve incluso para hacer fuego.
Pero, en cuanto figuran en ella ciertos signos que expresan una obra musical,
esto que tengo ante mí no es un objeto; no es pesable, asible, medible,
localizable en un solo lugar. ¿Dónde se halla la Quinta Sinfonía en cuanto obra
de arte? (…) Pero el manuscrito no es la sinfonía. Esta sólo existe en el lugar
y momento en el que es debidamente interpretada. La sinfonía como tal no está
sometida a un tiempo y espacio físicos. Por eso puede estar al mismo tiempo en
lugares muy diferentes, en todos aquellos en los que sea debidamente
interpretada. Tiene un modo de realidad distinto al de los objetos, al de la
partitura considerada como objeto.
Vemos cómo una misma realidad -la partitura- presenta dos
vertientes: una objetiva, otra ambital. Y ambas se necesitan y complementan; se
integran. Pero ¿quién sabe integrarlas? El que conoce el lenguaje musical y no
se queda en las meras apariencias, antes penetra hasta el fondo. El que no sabe
leer una partitura ve esta realidad que sostengo en la mano como un mero
objeto. La reduce de valor, la degrada, la empobrece, la despoja de su sentido
cabal para reducirla a un mero significado: el que tiene una realidad que
presenta condiciones tales como arder, pesar, ocupar un espacio, ser
manejable...” (A. López Quintás. Módulo “Ejercicios para descubrir los ámbitos
y características” http://cerezo.pntic.mec.es/~alopez84/curso/modulo1/lectio15.html)
Esta diferencia entre “objeto” y “ámbito”, nos lleva a
distinguir, en el mismo sentido, entre:
a) “significado” y “sentido”, b)
“dato o hecho” y “acontecimiento”, c) “producto o reproducción” y “creación,
recreación o interpretación o procreación”, d) “lenguaje prosaico” y “lenguaje
creativo o poético”, e) “conocimiento de los objetos o cosas” y “conocimiento
de las personas”…
Producto de la realización creativa, el ser humano asciende, se realiza; es lo que se llama "éxtasis", a menudo confundido con las fuertes sensaciones de vértigo que llevan al ser humano por una caída, decadencia, desmoronamiento... Ya sin voluntad, dominado por pasiones que lo esclavizan, sub-yugado, cae al vacío... Una vez más Alfonso López Quintás nos aclara: "Sobrevolemos esta breve descripción. El proceso de vértigo es falaz y traidor: nos promete, al principio, una vida intensa y cumplida, y nos lanza súbitamente por una pendiente de excitaciones crecientes, que no hacen sino apegarnos al mundo fascinante de las sensaciones (nivel 1) y alejarnos irremediablemente de la vida creativa y del ideal de la unidad (niveles 2 y 3). http://www.jp2madrid.org/jp2madrid/documentos/coleccion_educar_amor/EDUCAR_09015.pdf
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